Pretérito Indefinido - Imperfecto


                                UNA LLAMADA INOPORTUNA



   
     Cuando vivía solo me gustaba mucho cocinar;  siempre cocinaba para mis amigos y mis parejas. Pero cuando me casé la cosa cambió, pues siempre que entraba en la cocina, aparecía mi mujer y acababa cocinando ella. Se sentía incómoda si yo estaba por allí haciendo cosas. Parecía no confiar en mis dotes de cocinero.
      Un día, salí antes del trabajo y llegué a casa cuando ella no estaba. Pensé que era el día perfecto para demostrarle que yo sabía cocinar muy bien, así que fui a la cocina, me puse el delantal,  me lavé las manos y me puse a cortar un poco de cebolla, tomate y ajo. Cuando acababa de ponerlos al fuego, sonó el teléfono.  
     Primero no contesté porque no quería distraerme, pero volvieron a llamar; una, dos y hasta tres veces. Pensé que a lo mejor era algo urgente, así que me puse al teléfono. Era mi madre. Estaba muy nerviosa porque no encontraba a su perro. Yo intenté tranquilizarla, pero no paraba de hablar y de lamentarse. Le dije que seguro que iba a aparecer en cualquier momento, que a lo mejor estaba con la vecina. Mi madre me dijo que iba a llamar a la policía, pero yo le dije que no, que tenía que esperar un poco, porque no era la primera vez que eso pasaba… pero ella seguía hablando y lloriqueando.
     No recuerdo cuánto tiempo estuve con ella, pero de repente, sentí un olor a quemado. ¡Dios mío, el sofrito! Le dije a mi madre que tenía algo en el fuego y colgué el teléfono. Cuando llegué a la cocina, la sartén y todo lo que había en su interior, estaba completamente negro. Y eso no fue lo peor, ya que  justo en ese momento, llegó mi mujer.
     No hace falta que os cuente nada más…